CONTEXTO El patrimonio cultural en el medio rural se encuentra, en general, en una situación de desamparo administrativo y mediático en favo...

CONTEXTO

CONTEXTO


El patrimonio cultural en el medio rural se encuentra, en general, en una situación de desamparo administrativo y mediático en favor de un patrimonio urbano que se piensa más beneficioso a nivel económico. El medio rural contiene gran parte del patrimonio conservado y en peligro de desaparición, entendiendo este como el conjunto de patrimonio construido e inmaterial de todas la cronologías y que forma parte de la historia y las narraciones locales.



Un gestión verdaderamente democrática, que tenga en cuenta lo pluricultural, tendrá que dejar de lado el centralismo "urbano" para atender con equidad a todos los territorios. Creemos necesario un modelo que atienda también, y particularmente, al medio rural y a las comunidades en él insertas, como forma de contraponerse a las políticas culturales de cualquier estamento que tienden a la difusión de lo urbano.


A esto hay que añadir que a tenor de la coyuntura económica actual, el del patrimonio cultural es uno de los sectores que posiblemente más haya acusado la reducción o eliminación de ayudas a proyectos de investigación, conservación o difusión. Es cierto que, hasta a fecha, mucho ha sido el trabajo realizado aunque con distintos resultados. Mientras que algunos de esos proyectos han sabido adaptarse a la situación, otros han sufrido los efectos de una planificación errónea al no haberse tenido en cuenta otros factores, además del científico o turístico, a la hora de hacerlos posibles.

Las políticas de puesta en valor, en a mayor parte de los casos, se ciñen exclusivamente a los grandes conjuntos históricos o a yacimientos arqueológicos de entidad, hecho entendible al ser los motores de la generación de recursos turísticos, y por lo tanto económicos, de un territorio determinado. No obstante, se deja al margen a muchos otros lugares con unos patrimonios que posiblemente no sean relevantes dentro de esas directrices, pero sí para sus ciudadanas y ciudadanos, y para el resto de la sociedad. En este sentido, tanto el ámbito educativo como el de la gestión del patrimonio tienen un papel fundamental a la hora de inculcar en la sociedad los valores necesarios para propiciar la autogestión de sus propios recursos patrimoniales. Y ahí nace la necesidad de hacer confluir en un momento y espacio concreto todas las personas, proyectos, recursos y reflexiones vinculadas a un territorio como es el rural y a aspecto cultural como son los patrimonio y las memorias.